domingo, 23 de marzo de 2014

Rompiendo la barrera

Neuros no pudo evitar soltar un suspiro de alivio al comprobar que el alternador de realidad arrancaba y lentamente empezaba a acumular energía. A pesar de lo que había dicho a sus amigos, no había estado ni de lejos seguro de que fuese a lograrlo. La extraña máquina funcionaba siguiendo una teoría que ni siquiera él, la mente más prodigiosa de la Tierra, era capaz de entender del todo.


Apostar por ella había sido una locura, pero era la única opción con un mínimo de posibilidades de éxito que tenían de salvar el mundo.
¿Todo bien? le preguntó su compañero.
Perfecto –respondió Neuros, su voz sonando con una confianza que estaba muy lejos de tener. Ahora sólo es cuestión de tiempo.
Su compañero asintió y devolvió su atención a los combates que sucedían por toda la ciudad. Era un hombre con un físico impresionante, de espalda ancha como un armario y brazos firmes y musculosos que su traje oscuro resaltaba. Su rostro cuadrado parecía estar grabado en piedra mientras observaba como avanzaba la batalla a través de los ventanales de la habitación, pero la intensidad de la mirada en sus ojos azules desvelaba su preocupación.
Era Campéon, el más poderoso de los superhéroes de la Tierra. Un hombre capaz de levantar montañas, de recorrer los cielos a voluntad y de contar los átomos en la hoja de un árbol. Un hombre que había salvado este mundo docenas de veces.
Nube Gloriosa acaba de morir anunció Campeón con voz neutra. Se quedó atrás para dar tiempo a que sus compañeros de equipo pudieran retirarse, sacrificando su vida por la de sus amigos.
Ha muerto como un héroe dijo Neuros.
No habría muerto si yo hubiese estado ahí afuera, luchando a su lado dijo Campeón.
Eso no lo puedes saber con certeza.
El superhéroe no respondió al momento. Permaneció en silencio durante un largo minuto, quieto pero con los puños apretados por la rabia, observando de nuevo como la batalla continuaba antes de volver a hablar:
Estoy viendo como los mayores héroes de la Tierra, personas a las que conozco y admiro, personas a las que llamo amigos, mueren uno tras otro luchando contra el enemigo más temible al que jamás nos hemos enfrentado mientras yo estoy aquí quieto como un...
Calló de repente y Neuros pudo ver como su rostro se convertía en una mueca de dolor. Abrió la boca para preguntar, pero la acabó cerrando al darse cuenta de que no tenía el valor para descubrir quién había caído esta vez.
Sé… sé que es duro dijo Neuros, sintiéndose un estúpido por decir esas palabras.       También son mis amigos. Pero sabes que su sacrificio es necesario para ganar tiempo hasta que el alternador de realidad complete su carga, y que tu presencia es necesaria aquí para protegerlo. La única posibilidad que tenemos de ganar al Devorador de Mundos y a sus tropas es…
¡¿Esta máquina?! le interrumpió Campeón girándose hacia él, enfurecido. ¿De veras crees que esto nos ayudará a salvar la Tierra?
Sí, eso creo. El Devorador de Mundos es tan poderoso que ni siquiera tú podrías soñar con derrotarle. En cambio -añadió rápidamente, antes de que Campeón pudiese protestar-, el alterador de realidad nos permitirá ir más allá del espacio, el tiempo y de esta realidad, rompiendo la cuarta pared para así poder contactar con un ser que sí tiene el poder para hacerlo.
No entiendo lo que dices replicó Campeón. ¿De qué ser estamos hablando, de un Dios?
Para nosotros lo sería dijo Neuros. Al ver la expresión cargada de incertidumbre de Campeón, continuó: Verás, hay infinidad de diferentes realidades, situadas unas encimas de otras como las capas de una cebolla. Para una realidad de una capa superior, nosotros no somos más que un reflejo o una sombra de su existencia. Un ser de esa realidad podría decidir el destino de la nuestra con un simple pensamiento.
Eso es aterrador dijo Campeón.
Lo sé. Pero también es nuestra única esperanza.
Neuros comprobó el alterador de la realidad, observando que no presentase ningún error imprevisto y que el nivel de carga estuviese aumentando de acuerdo sus estimaciones. Según sus estudios desde el mismo momento en que la máquina empezó a funcionar que el ser de la otra realidad había podido observarles, pero hasta que no estuviese cargada del todo no podría comunicarse con él. Tres minutos más deberían ser suficientes, y luego sólo tendría que convencer al ser para que les apoyase.
Sólo necesitamos un poco más de tiempo dijo Neuros. Un poco más y este mundo y sus millones de habitantes sobrevivirán.
Entonces, no tendréis ese tiempo dijo una nueva voz, grave y extraña.
Una figura apareció atravesando la pared opuesto a ellos como un fantasma. Era alta y de forma humanoide, aunque sus facciones se veían ocultas por la capa de sombras que le rodeaba y que ondulaba a su alrededor como si estuviese viva.
Soy el heraldo del Devorador de Mundos. Primero acabaré con vuestra esperanza, y luego con vuestras insignificantes vidas.
 La criatura se deslizó hacia el alterador de la realidad, tan rápida que Neuros no pudo seguirla con la vista. Sin embargo, sí que pudo sentir el choque cuando Campeón se lanzó contra ella y la detuvo en medio del aire.
¡Lo contendré, Neuros! exclamó Campeón, los dientes apretados por el esfuerzo.        Asegúrate de que todo va bien. No podemos dejar que el sacrificio de los héroes de este mundo haya sido en vano.
Con un rugido de furia Campeón hizo retroceder lentamente al heraldo, sus poderosos músculos forzados al máximo ante el poder de la horrible criatura. Neuros comprobó de nuevo el alterador de la realidad: dos minutos más para la carga completa.
Eres fuerte, humano, pero no es suficiente –dijo el heraldo.
Las sombras que rodeaban su cuerpo ondularon como una serpiente, golpeando a Campeón una y otra vez mientras éste seguía inmovilizándolo. Neuros no podía hacer otra cosa que observar con espanto como el cuerpo del mayor héroe de la Tierra se llenaba de heridas, su carne abierta por innumerables cortes.
No… no te dejaré pasar–dijo Campeón.
Tanto su rostro como su traje estaban cubiertos de sangre, pero el superhéroe seguía resistiendo mientras los segundos pasaban y Neuros se esforzaba por acelerar el proceso de carga todo lo que podía. Faltaban escasos segundos para completarlo cuando las fuerzas de Campeón finalmente flaquearon y el heraldo le atravesó el pecho con uno de sus brazos.
Campeón gritó de dolor. Neuros reviso la máquina: apenas quedaban cinco segundos para completar la carga. El heraldo se lanzó sobre ella para destruirla pero fue detenido una vez más por Campeón, que usó sus últimas energías para retener al monstruo.
Ha acabado la carga –dijo Neuros.
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Te saludo, seas quién seas dijo Neuros. Sí, te hablo a ti. Tú eres el ser de la realidad superior. Seguramente para ti esta situación no te parezca real, pero créeme, para mí, para mi mundo, lo es. Somos personas. Vivimos. Sálvanos, te lo ruego. Sólo tienes que desearlo.
Déjalos morir dijo el heraldo. ¿Qué te importan? No son nada, unas sombras en el agua, unas letras en una página. Para ti, no existen. Acaba esta historia, permite que gane el Devorador de Mundos. ¿Por qué ibas a interferir? No vale la pena.
Lector, tú eliges. Si deseas salvarlos, pasa a la página siguiente. Si no quieres intervenir, sigue leyendo en esta página.
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¡No, por favor! suplicó Neuros. Somos reales, somos…
Calló de golpe cuando el heraldo acabó con su vida. En el exterior, los héroes de la Tierra fueron rodeados y eliminados a uno. Todo había acabado. El Devorador de Mundos daba comienzo a su festín.
FIN




Neuros miró a través de los ventanales, observando la ciudad con Campeón a su lado. No había ni rastro de las fuerzas del Devorador de Mundos, y todos los destrozos ocasionados se habían reparado como por obra de magia. Los héroes caídos habían revivido sin ningún rastro de sus heridas.
Apenas quedaban unos segundos para que la máquina perdiese toda la energía. La comunicación con la otra realidad se desvanecía rápidamente.
Gracias dijo Neuros. Nos has salvado. No olvidaremos lo que has hecho por nosotros.
Neuros te mira, y sonríe.
Adiós. No sé qué tipo de ser eres en tu mundo, pero eres el mayor héroe del nuestro.


Firma:
Jesús Ladevesa Medina


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