lunes, 4 de febrero de 2013

Capítulo (12 Parte 1) - Despedidas


La Torre de Dios no había cambiado nada durante estos años.
Plateada, metálica, imposiblemente alta. Nero alzó la cabeza, siguiendo con los ojos la estructura hasta que esta se perdió en las nubes del cielo de Navar.


-¿Te trae recuerdos, verdad? –comentó Peter con nostalgia, poniéndose la mano sobre los ojos a modo de visera para protegérsela de los reflejos de los rayos del Sol sobre la Torre. –A mí también. Parece mentira que hayan pasado ya tres años desde que la vi por primera vez. Entonces no tenía ni la más remota idea de lo que era ni de lo que hacía, ¿sabes? Eran finales de mes y yo volvía de la tienda de comics, paseando tan tranquilamente por unos viejos solares abandonados cuando… ¡zas! ¡Ahí estaba! La Torre había aparecido de la nada y…
-A nadie le importa tu vida, ladrón –le cortó tajantemente Valeria. La cazarecompensas no le quitaba el ojo a los soldados que vigilaban la Torre, tan alerta como un gato a punto de saltar sobre un ratón. –Vamos, acabemos con esto. Cuanto antes nos libremos de ti, mejor.
-Vaya, que palabras más crueles. ¿Qué te he hecho yo para que me trates así? A parte de envenenar a tu protegida, amenazarte y utilizarte para un robo.
Valeria le lanzó una mirada asesina.
-Vale, vale, lo siento. Sólo estaba bromeando, un comentario gracioso para animar el ambiente. Yo… -la cazarecompensas seguía mirándolo fijamente, sin pestañear. El flacucho tragó saliva y retrocedió un paso. -No me mates –rogó el terrestre alzando las manos a modo de disculpa. –Por favor.
Dioses, pensó Nero pasándose la mano por la frente, ¿cómo he ido a parar con estos dos?

Cinco días antes
La celda de la prisión era poco más que un agujero oscuro y pestilente.
Nero estaba sentado en el suelo, con la espalda apoyada contra una pared, las piernas estiradas y los brazos cruzados sobre el estomago. Le habían quitado la máscara y las ropas del Juez Supremo, dejándole solo con los calzoncillos. Un río de gotas de sudor le caían por la frente y por la espalda, mientras sus labios resecos protestaban por la falta de agua. El bochorno era casi insoportable.
Tenía los ojos cerrados. Se sentía demasiado cansado y derrotado como para abrirlos, y además, no veía de que iba a servirle hacerlo. Las paredes eran de piedra, la puerta de casi indestructible resina de crétalo no se podía abrir desde dentro y la apertura para pasar la comida era demasiado pequeña. No podía escapar de la celda. No le quedaba otra que esperar a que llegase el momento en que le juzgasen, le condenasen y acabasen con su vida.
El leve sonido de unos pasos en medio del silencio de la prisión llamó su atención. Una persona se detuvo en la celda de al lado, alguien cuyos movimientos sonaban mucho más ligeros que los de los guardias acorazados que les vigilaban.
-¿Estás despierto, ladrón?
Las palabras le llegaron amortiguadas, pero a Nero no le costó reconocer a su dueña. Jamás podría olvidar la voz del Cuervo Rojo después de que ésta lo hubiese desenmascarado.
-Pues claro, ¿por qué no iba a estarlo? ¿Por la mierda que hay en este sitio, por la paliza que me han dado o por el cómodo suelo de piedra? No, nada de eso me molesta demasiado, pero es que no puedo dormir sin mi pingüino de peluche Abracín.
Esa voz también le resultaba conocida. Era el líder de los Ocean’s Eleven.
-¿Nunca dejarás de decir cosas raras, verdad? Ni siquiera ahora que estás a punto de morir. El valor es una virtud, pero lo tuyo es pura estupidez. No es que me sorprenda mucho, teniendo en cuenta que…
La cazarecompensas siguió hablando, explicando con todo lujo de detalles varios motivos por los que el ladrón era un idiota, pero el actor no le prestó atención. No le interesaban los rencores que pudiese sentir el Cuervo Rojo por el líder de los Ocean’s Eleven, y escuchar su voz sólo le recordaba el desgraciado momento en que sus planes habían fracasado por completo.
Los dos extranjeros intercambiaron varias frases más. Al parecer la cazarecompensas quería averiguar cuáles eran los contactos del ladrón, pero éste le daba largas con extrañas frases sin sentido. Cansado de tanta palabrería, Nero se iba a llevar las manos a los oídos para intentar descansar un rato cuando escuchó al ladrón pronunciar un nombre: Ozonne.
Conocía ese nombre. De un tiempo atrás, de un momento muy especial.
El mundo de origen de mi tatarabuela se llama Ozonne.
Eyre. Su prometida le había hablado de Ozonne ante la Torre, el día en que deberían haberse casado. Le explicó que su antepasada era de ese mundo y le hizo prometer que entregaría un mensaje si algún día viajaba a Ozonne o se encontraba con alguien de su familia.
Era la última promesa que le había hecho a Eyre, lo último de lo que habían hablado antes de que todo se fuese al infierno.
Se puso en pie de un salto y prácticamente se arrojó sobre la puerta, poniendo la oreja sobre la pequeña abertura para poder escuchar con claridad todo lo que decían los dos extranjeros.
-… no hacía falta ser un genio para deducir como actuarías –estaba diciendo el ladrón.    -No han pasado muchos habitantes de tu mundo por Navar, pero sois bien conocidos por dos cosas: sois buenísimos luchando y siempre cumplís vuestra palabra. Siempre. Es una virtud que destaca en esta ciudad donde cualquiera vendería a su madre por diez coronas. Joder, en esta ciudad y en cualquier parte. Tiene algo que ver con el honor, ¿no? ¿Qué sois, como una especie de samuráis? –preguntó el flacucho extranjero con un entusiasmo sorprendente dada su situación. -¿Os suicidáis si no podéis cumplir con vuestra palabra?
-No hables de lo que no tienes ni puta idea, ladrón.
-Vamos, no te pongas así. ¿No puedes satisfacer la curiosidad de un condenado?
Un momento de pausa. Nero cambio de posición para ver qué estaba pasando, forzando el cuello para poder mirar por la pequeña abertura a la celda de al lado. Así consiguió ver a la cazarecompensas, inmóvil justo delante de la puerta del ladrón, sus ojos fijos en el preso.
-No –sentenció el Cuervo Rojo. –No mereces nada de mí, y no te debo nada. Adiós.
-Dices eso, pero quien te dio el pastelito con el que pudiste desenmascarar al estafador, ¿eh? ¿Me oyes?
El Cuervo Rojo no se molestó en responder. Le lanzó una última mirada cargada de desprecio al ladrón y se cubrió el rostro con su capucha mientras se alejaba pasillo abajo.
-¡Espera! –gritó Nero con una voz tan seca y apagada que le costó reconocerla como la suya propia. -¡Espera un momento, por favor!
La cazarecompensas no le hizo caso. Siguió caminando como si no hubiese oído nada.
-¡Espera! –rogó con todas sus fuerzas, golpeando con los puños la puerta para llamar la atención de la mujer. Había fracasado en todo lo demás, pero aún había una remota posibilidad de que al menos pudiese cumplir la última promesa que le hizo a Eyre.  -¿Tú eres de Ozonne,  verdad? ¿Conoces a la familia Malecchio?
El Cuervo Rojo se detuvo.
-¿La familia Malecchio? –preguntó. Había duda en su voz, y quizás algo de temor. –Sí, los conozco. Soy uno de ellos.
-Gracias a los Dioses –dijo en voz baja el actor, dejando escapar un pequeño suspiro de alivio. –Prometí a una persona muy importante para mí que si alguna vez me encontraba con un miembro de la familia le entregaría este mensaje: “Valeria Malecchio cumplió su promesa y restauró el honor de su familia”.
La cazarecompensas reaccionó como si la hubiesen golpeado con una maza. Sin fuerzas, se inclinó hacía un lado y tuvo que apoyarse en una pared para no caerse, medio agachada.
-¿Valeria? –dijo con una voz tan débil que Nero casi no la escuchó. -¿Valeria Malecchio?
Nero se pasó la lengua por sus resecos labios, sorprendido ante la reacción que sus palabras habían provocado en una mujer que mataba a soldados acorazados como si nada. Estaba pensando qué decir a continuación cuando la cazarecompensas recuperó el ánimo y regresó corriendo hasta detenerse junto a su puerta.
-Yo soy Valeria Malecchio.
Nero abrió la boca como un pasmarote, sin saber cómo responder a eso.
-¡Toma ya! –exclamó el ladrón en la celda contigua.
-Cállate, idiota –le espetó el Cuervo Rojo haciéndole un gesto con la mano ordenándole silencio. –Me llamo así por mi madre, que también se llamaba Valeria Malecchio. Fue un fracaso como espadachín y huyo de sus responsabilidades a través de la Torre. Abandonó a los suyos, abandonó su honor. No te puedes ni empezar a imaginar hasta que punto sus jodidos pecados marcaron mi vida. Así que, responde, ¿quién demonios te dijo eso y por qué debería creérmelo?
-Yo… -El actor bajó la vista al suelo. -Es una larga historia.
-¿Tienes otra cosa que hacer?
Nero miró a la oscura y claustrofóbica celda en la que se encontraba.
-No, supongo que no –dijo con una sonrisa desganada.
Se lo contó todo. Le habló de su pueblo, de su vida como actor. Le habló de Eyre, del día de su boda, del hombre pálido que apareció a través de la Torre y que asesinó a todas las personas que Nero quería. Incluso le explicó sus planes de convertirse en Dios para resucitar a todos los que habían muerto.
El actor no supo cuanto tiempo estuvo hablando, ni como su garganta seca consiguió resistirlo. Ante el silencio atento de la cazarecompensas fue soltando frase tras frase, sin que ningún momento ésta le interrumpiese ni le pidiese aclaraciones. Resultaba extraño, desconcertante, contarle a otra persona todos estos recuerdos que hasta ahora había guardado en secreto. Era… liberador.
-Eso es todo –dijo Nero cuando acabó.
La cazarecompensas tiro la capucha hacía atrás y pasó una de sus manos por sus cortos y oscuros cabellos, mientras con la otra se rascaba la barbilla. Sus ojos rojos, aunque abiertos de par en par, sólo miraban al vacío.
-Joder. Jamás hubiese esperado nada de esto. Mi madre restauró su honor y fundó un pueblo en otro mundo. Un mundo donde la familia Malecchio prosperó hasta que fueron asesinados por ese monstruo, el…
-El hombre pálido –apuntó Nero.
-Sí, el hombre pálido-. La cazarecompensas se quedó un instante quieta, pensativa, para luego inspirar aire con fuerza y soltarlo lentamente. –Esto lo cambia todo. Estoy obligada a ayudarte.
-¿Cómo?
-Eres de mi familia, y necesitas mi ayuda. No hay más que explicar.
-Pero no soy de tu familia. No llegué a casarme con Eyre.
-Eso no importa. Eyre te explicó una promesa que pasaba de generación en generación entre los Malecchio de tu mundo; es evidente que te acepto en su familia. En mi familia-. Movió la cabeza a un lado y frunció el ceño. –Tengo que ayudarte. Es mi deber.
“Lo primero que haré será sacarte de aquí”.
El actor rechistó, incrédulo.
-¿Qué vas a hacer, tirar abajo la puerta y sacarme de esta prisión abriéndote paso entre las docenas de guardias a espadazos?
-No hará falta. El conde de Exquisito y muchas personas importantes me deben la vida. Es hora de cobrarles el favor.
-Yo… -Nero no encontraba las palabras. Se había resignado, había perdido toda esperanza, y ahora la emoción se abría paso por su interior, dejándole sin aliento, estremeciéndole de la cabeza a los pies. Se mordió los labios para no llorar, pero las piernas le fallaron y cayó de rodillas, gimoteando. –Gracias.
La cazarecompensas asintió con la cabeza.
-Odio romper este momento tan emotivo –dijo entonces el ladrón desde la celda de al lado-, pero me gustaría indicar que aunque lo saques de esta celda, aún necesitará conseguir un millón de coronas para superar la prueba de la Torre. Y no creo que lo tenga nada fácil con su historial de engaños.
El Cuervo Rojo abrió la boca para replicarle, pero en el último segundo pareció cambiar de idea y apretando los labios y haciendo una mueca de disgusto le preguntó:
-¿Qué propones?
-Un trato –respondió el líder de los Ocean’s Eleven con una voz suave como un pañuelo de seda. -Sácame de aquí, y a cambio os llevaré con el dinero del premio de la Lotería. Tres millones de coronas, suficientes para que cada uno de nosotros abandone este mundo y no regrese jamás. ¿Qué me dices?
La pregunta flotó en el aire durante un largo minuto, hasta que finalmente Valeria Maleccchio respondió:
-Acepto.

2 comentarios:

  1. Hola,

    Me gusta bastante la primera parte de capitulo, siempre me han gustado las situaciones que surgen de la desesperación, cuando los personajes creen que no tienen opciones.
    No creo que la coincidencia de que Valeria sea la hija de la tatarabuela de Eyre (puede que esto implique que a través de la torre no solo se viaja a través del espacio, sino también del tiempo) sea demasiado forzada. Si te paras a pensarlo racionalmente, es verdad que la posibilidad de que se encuentren entre los infinitos mundos que pueden haber, es casi nula. Pero creo que no rompe la suspensión de credibilidad que toda historia de fantasía necesita. Lo que he pensado es que todo responde a un plan de quien sea que dirige la torre (planes malignos of course).
    Lo que me sorprende es el momento en que Peter suplica por su vida al cuervo rojo. Cuando esta en la celda, se muestra seguro de si mismo en todo momento, también recuerdo la escena de la lotería en que Peter es consciente de la importancia de no mostrarse débil ante Valeria. Da la sensación que tiene otro plan preparado. También me llama la atención que Valeria acepte el plan de Peter, teniendo en cuenta que seguramente ella ya tiene el dinero suficiente para el viaje de Nero y suyo. Lo he vuelto ha leer, y veo que hay un momento en que Valeria parece que va a rechazar su propuesta, pero cambia de opinión, lo que me lleva a pensar en más planes. Lo que me gusta de todo esto es que refuerza la sensación de que Nero va dando tumbos en base al azar. En cierta forma solo sigue vivo por pura suerte y el es consciente de ello.
    En cuanto a como planteas la acción, me gusta que en las celdas Nero sea el protagonista indirecto de la escena, escuchando la conversación de Valeria y Peter. También me ha gustado el juego del principio del capitulo. Yo me imaginaba que correspondía a la ejecución de Nero y Peter al lado de la torre, pero luego creo que más bien es la escena en que pretenden escapar a través de la torre después de conseguir el dinero. Creo que en la continuación de esta escena inicial veremos el desenlace de sus planes y el porque Valeria decidió aceptar la ayuda de Peter.

    ResponderEliminar
  2. Hola Jaime,
    Nero es el protagonista más "humano" de los tres, el más normal. Tiene que hacer servir todo su ingenio y tener suerte para conseguir lo que lo demás hacen con excelencia.
    Peter se muestra débil si le conviene, y con una persona como Valeria casi nunca tendrá un beneficio si lo hace.
    En la tercera parte se ven los motivos por los cuales el Cuervo Rojo acepta la oferta de Peter, a pesar de la manía que le tiene a Peter.
    PD: Hay planes malignos everywhere! :)

    ResponderEliminar